miércoles, 25 de enero de 2012

AL MEJOR DE TRES


Los martes a la noche se arma ping pong en La Casona de Humahuaca. En ese espacio podrían poner mesas y ganar más plata, pero no lo hacen, y será por eso que me gusta ese lugar y la gente que lo lleva adelante. Después de cuatro cervezas, una discusión sobre el kirchnerismo y anécdotas de viajes, pinta un partido contra Santi. Recuerdo haberlo enfrentado en un dobles, donde si bien no se muestra la capacidad real de cada individuo, alcanza para intuir potencialidades. En el peloteo nos hacemos los boludos. Pegamos sencillo, escondemos las cartas. Yo mido cuánto lo inquieta mi mayor ventaja deportiva: soy zurdo. Santi lo entiende rápido y enseguida me tira al revés. Pienso que me va a pasar el trapo. Tiene mejor estado físico y trabaja acá, por lo cuál debe jugar más seguido. No hay público, esto es orgullo personal puro. El partido por los porotos es intenso, de puntos largos, pero estoy firme y con buenos reflejos. Me pongo 18-11 arriba y creo tenerlo controlado. Sin embargo, recuerdo un partido profesional de tenis que vi con mi viejo en Brasil, donde uno que tenía el triunfo asegurado, empezó a perder puntos al rolete y gritó “concentration to finish the match”. No me lo olvido más: un mantra necesario para resolver situaciones en cualquier aspecto de la vida. Por los parlantes del bar empieza a sonar uno de los pocos temas tolerables de Soda Stéreo: Ella Usó Mi Cabeza Como un Revolver. Me doy cuenta que estoy esperando que llegue esa parte de “pasa el tiempo y ahora creo que el vacío es un lugar normal”. Un hallazgo poético. La puta madre, estamos 18 iguales. Logro un 20-20 y vamos a 5. Arriesgo demasiado y pierdo todo en el tie-break. Cambio de lado y revancha. Acá la luz es una mierda y tengo en contra la inclinación del suelo. Estoy obligado a jugar más alto. Se activa una memoria ancestral y recuerdo que debo hacer coincidir la exhalación con el golpe. Estado de presencia. Libros de Castaneda. Gano 21-18. Vamos por el bueno. Estoy cansado y me pica la camisa. Veo chispas brillantes en el aire. Siento que un animal orgulloso juega por mí. Amo a esa bestia que me habita y devuelve todo, ataca con precisión y encima tiene la suerte de colocar dos pelotas seguidas en el fleje del contrincante. Un estado de concentración maravilloso que solo consigo a través de este deporte. 21-18 otra vez. Mierda que soy ambicioso, amo ganar. Tengo ganas de alzar el puño o algo así, pero me reprimo. Le doy la mano a Santi y nos agradecemos el momento.      

1 comentario:

  1. muy bueno...!
    "Impecable!" te diría Don Juan
    guille
    gracias!

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