sábado, 18 de febrero de 2012

EL TÍO DAVID


Estoy de paso por Ubajay, un pueblo entrerriano de 2500 habitantes, partido al medio por una ruta en constante refacción. Compro cuatro facturas en una panadería que tiene un reloj de agujas con la cara de John Lennon. La mujer me dice que visite el museo, que es precioso el museo, que por qué no voy al museo. ¿Qué museo? El museo de La Estación. Ah. El tren Urquiza dejó de pasar en 1991. El 5 de noviembre Alcides Coulleri, el último Jefe de Estación, anotó en el libro de registros “se procede a la clausura temporaria”. Qué grande Don Alcides, que no se resignaba al ferrocidio y mandó la palabra temporaria. En una de las habitaciones encuentro una lista de los primeros colonos judíos que llegaron a Ubajay en 1912, de la mano del barón Mauricio de Hirsch. Recorro los nombres y doy con un tal David Scliar. Así, con C. Los anotaban de cualquier manera, así que puede ser un pariente. ¿Acabo de descubrir al tatara tío David? Al lado hay un mapa de la distribución de campos de aquél entonces. Todos los nombres de la lista tienen su parcela menos el tío. Cómo lo cagaron al Déivid. O quizás no creía en la propiedad privada y vivía libre. O era un chanta que andaba de prestado. Cuando llego a Buenos Aires lo llamo al abuelo.

-         Abuelo, ¿puede ser que un tal David Scliar que llegó a Ubajay en 1912 sea algo nuestro?
-         No, los nuestros llegaron a Basavilbaso.
-         Ya sé, pero quizás un primo…
-         Basavilbaso.
-         Pero esto es cerca, ¿no cabe la posibili…
-         Basavilbaso. ¿Cuándo venís?
-         El domingo.
-         Tengo unas sandalias que te pueden andar fenómeno. 

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