sábado, 28 de diciembre de 2013

INDELEBLE



El tipo era como veinte años mayor. Medio amigo de la familia, por eso ella nunca dijo que le pegaba. Se escapó con el bolsito a lo de una amiga en Varela. Los huesos enteros y las ganas fracturadas. El tipo la persiguió un tiempo y la familia la condenó, a excepción de la tía curandera. A veces piensa que fue su culpa, ¿quién la mandaba a querer tiempo para ella, cobrar su propia plata, terminar el secundario? Tendría que haberle dado tantos hijos como trompadas recibía. Decí que la amiga es amiga y le ordena la cabeza. Limpiar casas también: fregar, fregar, fregar hasta ver desnudos los pisos. De a poco su apariencia rejuvenece, casi hasta su edad. No le puede decir a nadie que lo extraña. Que en los ataques de celos había algo de protección, de ternura violentada. No lo puede decir ahora que le agradeció tanto a Dios haber salido. No ahora que el pibe de barbita que va los jueves al barrio le pasó el libro ese. La historia que ya no quiere contar se narra sola en esa mirada que no se modifica ni cuando ríe. Un horror indeleble alojado al fondo del pasillo de sus ojos.  

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