Ni fuerza para definir la mecánica marcial de la muerte
programada.
Ni gestos en la ventana de un porvenir suspendido.
Tragar saliva para no escupir la vida entera,
la tropa de fracasos,
el manto que la cubre.
Ser vivo es la condena de palpar la carne,
De saberte relación y quedar sin hilo,
De noquear mariposas queriendo tejer futuro.
Sabidurías al interior de las piedras
que nunca verán la luz
que nunca enseñarán su fuerza.
Dejar las ganas en alambrados de púa
donde anidarán pájaros confundidos
y quemarán la especie
despertarán de noche
volarán hacia donde nunca.
Acostumbrarse al estruendo
al paraíso empetrolado
a no pedir revancha por el bosque caído.
Tanto chiste en el velorio,
tanta calma desplegada
en la fosa común que separa
a la vida
a la vida
de la supervivencia.
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