A las dos horas de enviar el mensaje vía internet a la
empresa, llama una tal Florencia por teléfono. Tiene voz de dientes blancos y
parejos. Con cordialidad y un toque de informalidad, dice que el jueves en la
franja horaria de 9 a 16 va a venir un técnico. Parece ofrecer la solución que
reclamé. No tengo nada para decir y corto.
El jueves a
las 9 de la mañana suena el teléfono. Salgo desnudo de la cama. Cada vez que
llaman a un horario raro, pienso que murió alguien.
-
¿Hola?
-
Hola, ¿ahí pidieron servicio de heladera? –dice un
hombre con voz de recién haber terminado un asado con achuras y picada previa.
-
Sí, sí.
-
¿Y qué le pasa?
-
Me dijeron que es la plaqueta.
-
¿Qué modelo de Bosch es?
-
Frost Free.
-
No, no me entendés. El modelo. Tiene que tener un
número.
-
En el frente no hay ningún número.
-
No, atrás. ¿Es fácil de correr? Atrás tiene que haber
una etiqueta.
-
A ver, aguarde.
Desnudo, recién levantado, sosteniendo el teléfono
inalámbrico entre la oreja y el hombro, corro la heladera. Encuentro una
etiqueta.
-
Acá dice KSU 33.
-
Eso, eso. Ese es el modelo de la heladera. Es la
plaqueta me dijiste…
-
Eso me dijeron.
-
Ya te lo digo, te sale 1400 pesos.
-
¿No necesita verla? Quizás es un componente de la
plaqueta…
-
No, no, si es la plaqueta es toda la plaqueta. Si
querés voy hasta tu casa, la veo, te digo que es toda la plaqueta, me voy y
quedamos para otro día para que te haga el cambio de plaqueta.
-
Está bien. Traiga una plaqueta nueva.
-
Yo voy a estar en Floresta, ¿cómo voy hasta ahí?
-
Esteee…por Juan Agustín García. Cuando llega a la
cancha de Argentinos doble a la derecha.
-
¿Por Álvarez Jonte no se puede?
-
Es contramano, se le va a complicar.
-
Dejá, dejá, me fijo en la guía.
-
Ya le dije que por Juan Agustín García…
-
Tipo 11 estoy por ahí.
Dejo el teléfono, me pongo un calzoncillo y me sirvo un vaso
de agua tibia de la canilla. Tengo turno con Chong Bing Lee a las 10:30.
Valeria se encargará de atender al técnico de Bosch. Vuelvo a la noche y la
heladera funciona. El tipo, un tal Castagneto según la factura por 1400 pesos,
entró, miró, dijo “es la plaqueta entera” y la cambió. Parece que los problemas
se pueden solucionar mientras se pague y no se pregunte. El vaso de agua fría
que me tomo tiene sabor a disconformidad. ¿Dónde está la plaqueta rota? Se la
llevó Castagneto. ¿Cómo que se la llevó? Sí, se la llevo. Pero es nuestra
plaqueta rota. ¿O no está rota? ¿No será que la empresa arregla las plaquetas,
las vende como nuevas y cuando llamás para pedir un técnico en realidad te
roban una plaqueta que se puede reciclar? ¿Será que la plaqueta “nueva” que
pusieron en la Frost Free es una plaqueta que estuvo rota y se la llevaron de
una casa de alguien que, supongamos, se llama Noelia? Este juego se les acaba
acá. Voy a recuperar mi plaqueta rota. Aunque no la pueda arreglar nunca,
aunque no logre quebrar a la empresa, por lo menos esa plaqueta no será parte
de su juego macabro. ¿Dónde está el teléfono de Castagneto?
Continuará.
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